viernes, 7 de agosto de 2020

MARCO HISTÓRICO Y REFLEXIONES !!!

 

La Cartelera Teatral Marplatense presenta cada temporada más de 300 espectáculos. Esta

cantidad no tiene en todos los casos un correlato de calidad y mucho menos de demanda de

público. La mayor cantidad de espectáculos se inscribe en la esfera de lo que históricamente se

llamó Teatro Independiente.

En ese territorio el público encontraba propuestas alternativas a la producción oficial y/o comercial.

Sea por su carácter experimental, sea por el perfil ideológico de esas producciones, era la

posibilidad de encontrarse con otras poéticas, con otra cosa.

A partir de los años 80, asistimos con el regreso de la democracia a un aluvión de producciones

donde vibraban intensidades que se iban haciendo lugar en cuánto sótano o espacio nuevo les

diera lugar. Los artistas encontraban formas de singularizarse a través de revisitar improntas como

las del music-hall, el varieté, el clown entre otras. Colectivos creativos apostaban a dispositivos

grupales como forma de pronunciarse. Lo físico, el cuerpo, tentaba, ensayaba los rudimentos

básicos de un gesto inaugural luego de muchos años de silencio impuesto.

En los noventa (y casi en lo que pareciera la corrección histórica del paso siguiente) el cuerpo

sede lugar a la palabra. Celebramos la aparición de una nueva dramaturgia. Por otro lado, en esos

años se fortalece la gestión neoliberal. Asistimos entonces a un vaciamiento de lo alternativo.

Salvando lo excepcional que también tuvo lugar durante los setenta la llamada escena

independiente no se presenta como alternativa. Lo que recibió el nombre de nueva dramaturgia

por un lado refina su ironía y por el otro, su hermetismo. Ese cuerpo apenas organizado y

balbuceante de los ochenta subsiste “re-territorializado” negativamente, ordenado ahora por la

transposición de la banalidad del show mediático al teatro. Crece la cartelera. Respiramos en las

fisuras, en los intersticios.

Se impone un nuevo modelo: Producirás a cómo de lugar, tratarás de ser parte de cualquier

festival o gira y pedirás cuánto subsidio esté al alcance de tu mano. Una lamentable “revolución”

productiva. mientras crece la cartelera.

Asistimos a un significativo aumento de la gente que quiere estudiar actuación. En las

instituciones oficiales destinadas a tal fin se presentan de 1000 a 600 candidatos periódicamente.

Muchos de ellos, antes de terminar su ciclo de producción forman parte de la producción teatral

porteña. Muchos de ellos, tal vez dos años antes cuando ingresaron a su formación, nunca habían

asistido al teatro. Otros, asistieron en el último tiempo a ver teatro y no se encontraron con

experiencias cuya intensidad les parezca insuperable por sus ejercicios de clase. Crece la

cartelera.

El gobierno implementa políticas de subsidios. Los subsidios son necesarios porque una

programación de riesgo no puede especular, entre otros factores, con el éxito de taquilla. Luego, la

ausencia de criterios que revisen constantemente la política de subsidios la convierte en

asistencialismo indiscriminado. Los subsidios renuevan año a año sus requisitos por demandas

del orden de lo burocrático y no por un movimiento teatral instituyente que los interpele. Crece la

cartelera.

Es comprensible que el artista termine de encontrar sentido para el hacer de lo teatral en la

confrontación con el público. Es compresible que cualquier profesional encuentre sentido en

dedicarse a aquello que ha elegido. Tal vez el planteo deba revisar qué entendemos por la

posición profesional. Tarea difícil en el ámbito de lo artístico. No obstante se impone pensar sobre

el tema porque citando a Brook reconozcamos que todo puede ser pero que todo no es cualquier

cosa.

Tenemos derecho a un teatro malo, aburrido, errado, que deviene tal por asumir

responsablemente algún tipo de riesgo. Tenemos derecho a un tipo de teatro que no convoque a

nadie o se inscriba en lo minoritario pero no como refugio a la mediocridad sino como

consecuencia lógica de un posicionamiento no especulativo en la creación. Un tipo de teatro que

se comprometa con su fracaso. Estamos antes de poder discutir de lo errado.

Crece la cartelera.

Sin embargo tenemos un tipo de teatro aferrado (no usemos la palabra comprometido) a su éxito.

Si el éxito es algo tan identificable se producen fórmulas y las fórmulas instrumentan mejor la

reproducción acrítica que la creación que se apoya en la escucha de las necesidades más

genuinas de los que hacen.

La banalidad consiste básicamente en decir lo que el otro quiere escuchar. El teatro que hacemos

copia lo que se legitima como lo que hay que hacer. La cartelera crece.

Legitimamos y legitiman lo que hay que hacer, no todos pero sí muchos de quienes buscan

categorías de análisis para su producción ensayística o crítica en los círculos académicos y

periodísticos, los jurados de subsidios, premios y festivales, los que recomendamos ligeramente,

los que no nos detenemos un minuto a ser sinceros con los colegas, los que nos gusta porque se

nos parece o extendemos nuestro gusto en un gesto de camaradería, los que no exponemos

nuestro trabajo a un debate que nos profundice las preguntas. La legitimación no es un problema

en sí mismo, el punto es el mismo que el de la producción teatral: escasea el riesgo, el

compromiso de dar cuenta de una opinión singular y jugada. La cartelera crece.

Tenemos derecho a una cartelera aún mayor, tenemos derecho a más y mayores subsidios, pero

tenemos la responsabilidad de la calidad. De parar el hacer compulsivamente, sin apreciación

crítica. Necesitamos revisar nuestra relación con ese fenómeno escurridizo que es el público. Tal

vez como una manera de reenviarnos hacia un lugar más incierto. Más que un accionar porque sí,

un estar que no obture el abismo. La acción que estimula el ego es un rostro que se regodea en

un hacer ciego.

Para terminar este texto, la cosa no está en lo textos, claro que no. Que no sea un texto: que

devenga marco, convite.

Ahora se salta en el pensamiento y asociamos:

Baja la obra, no pasó nada, no vino nadie.

La cartelera crece.

Otra obra, no pasa nada, es un éxito, viene gente, siempre la misma… nos aburrimos.

La cartelera crece.

Un nuevo estreno, esta obra es buena… viene gente… La cartelera crece.

Cartelera: Armazón en que se fijan los carteles o anuncios publicitarios.

Micro Teatro

  

 Proyecto de Micro teatro en Bancaria

Realizar  un ciclo de Micro teatro. (1 función x mes)

Definición:  

(Micro teatro es un teatro de formato reducido. Obras teatrales de 15 minutos para 15 personas en salas o habitaciones pequeñas de 15 a 20 m2. El espectador llega a sentir las respiraciones de los actores, se siente dentro de la escena, se reduce la distancia con los intérpretes.) Un nuevo concepto de entender la creación teatral

Proyecto:

Se convocara a los autores, directores, actores, escenógrafos, técnicos e luminadores de Mar del Plata y Batan, Con proyecto, que implica Argentores (autorización de obra sin ecua non). Más adelante veremos la forma de que colegas de otras regiones se pudieran sumar. Ningún proyecto quedara afuera y no tendrá la modalidad de concurso o premiación. También grupos de talleres de teatro que tengan obras de micro teatro que quieran sumarse.  Solo será para reactivar nuestra actividad artística en la ciudad y en nuestra querida sala Arturo Jauretche de la Asociación Bancaria SEC Mar del Plata. Ya que todos sabemos la pandemia del Covid-19, cambio nuestras maneras de vivir y de actuar. Se trabajaría con los protocolos pertinentes que están aprobados por la secretaria de cultura de la ciudad. Y con el protocolo de la Bancaria.

Este ciclo se armaría de una  forma, en que las representaciones sean con la modalidad, de uno o dos elencos distintos, con dos o tres actores y actrices en cada representación y o función, con un director y un técnico de sonido y luces. Los elencos tendrán un invitado que pagara el derecho de sala (Esto entra en el Borderaux) los elencos podrán hacer uso de la difusión total de su espectáculo para difundirlo en todas las redes sociales y los medios gráficos. La Bancaria solo confeccionara un afiche, único publicitando el ciclo en las redes sociales y medios gráficos.  El público seria de no más quince personas aproximado por función  (Esto se revería según la sumatoria del público, si el ciclo crece.), además rotaríamos según la cantidad de obras o elencos que se presenten, para que todos tengan su oportunidad. Las butacas estarán puestas para dos personas, (separadas a 1,5 metro y medio).

Las entradas tendrán un costo popular, para el espectador común, para los afiliad@s a la Bancaria sin costo alguno (presentando carnet al día) y con los sindicatos trabajaremos con un descuento del 30%, presentando el, carnet de afiliado, carnet cultural (Secretaria de Cultura), que se descuenta el 25%.  Se trabajara con la modalidad de Cooperativa accidental de trabajo de la AAA (Asociación de Actores) El Borderaux: descontando de lo recaudado Argentores y Sadaic. Y lo que queda, el 70% para el elenco y el 30% para la sala. Se cobrara a los 15 o 30 días en la Asociación de Actores

Esto realzara nuestro teatro, buscando nuevos métodos de trabajo, que también el afiliado Bancario tenga un momento de relax y pueda ver en un formato breve, una obra con actores locales o afiliados actores de la bancaria, donde puedan sentirse seguros adentro de la sala. Crear nuevos espectadores, nuevas formas de ver  teatro de poca duración y de formato pequeño.